Comentario
Jueces y leyes
Los jueces eran doce, todos hombres ancianos y nobles; tienen renta y lugares, que son propios de la justicia; determinan las causas sentados. Las apelaciones iban a otros dos jueces mayores, que llaman tecuitlato, y que siempre solían ser parientes del señor, y están con él, y llevan ración de su despensa y plato. Consultan con los señores una vez cada mes todos los negocios, y cada ochenta días vienen los jueces de la provincia a comunicar con los de la ciudad y con el rey o señor los casos arduos y cosas sucedidas, para que proveyese y mandase lo que más convenía. Había pintores como escribanos, que anotaban los puntos y términos del litigio; pero ningún pleito dicen que pasaba de ochenta días. Los alguaciles eran otros doce, cuyo oficio era prender y llamar a juicio, y su traje mantas pintadas, que de lejos se conociesen. Los recaudadores del pecho y tributos llevaban abanicos, y en algunas partes eran varas cortas y gruesas. Las cárceles eran bajas, húmedas y obscuras, para que temiesen de entrar allí. juraban los testigos poniendo el dedo en tierra, y luego en la lengua, y éste era el juramento de todos; y es como decir que dirán verdad con la lengua por la tierra que los mantiene; otros lo declaran así: "Si no dijéramos verdad, lleguemos a tal extremo que comamos tierra". Algunas veces nombran, cuando así juran, al dios del crimen y cosa sobre que es el pleito o negocio que se trata. Trasquilan al juez que se soborna o toma presentes, y le quitan el cargo, que era grandísima mengua. Cuentan de Nezaualpilcintli que ahorcó en Tezcuco a un juez por una injusta sentencia que dio sabiendo lo contrario, e hizo ver a otro el pleito.
Matan al matador sin excepción ninguna.
La mujer preñada que lanzaba la criatura, moría por ello: era éste un vicio común entre las mujeres que sus hijos no habían de heredar.
La pena del adulterio era muerte.
El ladrón era esclavo por el primer hurto, y ahorcado por el segundo.
Muere por justicia con grandes tormentos el traidor al rey o república.
Matan a la mujer que anda como hombre, y al hombre que anda como mujer.
El que desafía a otro, si no es estando en guerra, tiene pena de muerte.
En Tezcuco, según algunos dicen, mataban a los sodomitas. Debieron establecer esta pena Nezaualpilcintli y Nezaualcoyo, que fueron justicieros y libres de aquel pecado; y tanto más son de alabar, cuanto que no se castiga en otros pueblos que lo practican públicamente, habiendo mancebía, como en Pánuco.